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Después de mucho pensar en cómo describirla, caí en que basta con un enunciado: es una mutante, afortunadamente. Una mutante de hábitos extraños, de humor cambiante, de convicciones firmes pero movedizas con el paso de la vida; unas veces matando neuronas al ritmo del punk y otras agitando la restante al ritmo del house aunque creo que como lo define claramente tambien es fiel amante del pop. Y no es que no sea una u otra, como pensarían los simplones. Soy todas. Lo único constante para esta mutante es la pasión por la vida humana en todas sus manifestaciones, y por eso las observa con especial atención mientras lame una que otra superficie del mundo se que ve apetecible. Esta mutante cree que ese es precisamente el sentido de la existencia humana: ser. Y sólo se es siendo, es decir, viviendo. El ser es el único reducto de la libertad humana, el ámbito donde más puede existir la creación. En nuestro ser somos dioses. Y cuando se es dios de uno mismo, se es dios, hasta cierto punto, de la realidad circundante. Por eso ser mutante es ser libre. Es casi como ser un artista de la vida asi es natural, mi amor.